jueves, 28 de febrero de 2008

Encuentros... inesperados?


Ayer, yendo con el 26 desde la casa de mis abuelos en flores hasta Tea, tuve esos llamados “encuentros inesperados”. Primero, cuando estaba llegando a Primera Junta, miro por la ventana y no puedo creer lo que ven mis ojos: el director de estudios de mi secundario, cruzando la calle. Luego, por Almagro, veo a la que solía ser la mejor amiga de mi hermana en la secundaria, caminando por la calle.


En ese momento mi cerebro disparó una pregunta poco deseada: “¿Será que hoy es un día de encuentros?, y camino a Tea, no era una idea alentadora. Mi inconsciente, que no es un buen amigo, es más bien un malo conmigo, quería que me encuentre con “ALGUIEN”, cosa que no fue así. El problema fue, obvio, que a mi razón de repente le agarró ganas, porque nunca aprendo, porque me encanta.

Hubo lindos reencuentros en las puertas de la facultad de Once. Tener que esperar a que nuestro amigo Pana termine de rendir y le den la nota fue una situación en momentos graciosa y divertida, en otros estábamos comiendo las uñas y fue ese guiño del chico que rendía lo que nos dejó tranquilos a los presentes y de una había que festejar.

De ahí sin escalas a Bellagamba, que terminó siendo menos antro de lo que pensábamos, comimos, tomamos, sacamos fotos y nos reímos. Y a pesar que la vuelta fue un fracaso, y que cada día odio más a la línea 71, me gustó mucho la salida tea, y ahora sólo queda la espera al CeboFest del miércoles que viene.

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