sábado, 7 de junio de 2008

Decálogo del periodista (Por Tomás Eloy Martínez)


1) El único patrimonio del periodista es su buen nombre. Cada vez que se firma un artículo insuficiente o infiel a la propia conciencia, se pierde parte de ese patrimonio, o todo.
2) Hay que defender ante los editores el tiempo que cada quien necesita para escribir un buen texto y el espacio que necesita dentro de la publicación.
3) Una foto que sirve sólo como ilustración y no añade información alguna no pertenece al periodismo. Las fotos no son un complemento, sino noticias en sí mismas.
4) Hay que trabajar en equipo. Una redacción es un laboratorio en el que todos deben compartir sus hallazgos y sus fracasos.
5) No hay que escribir una sola palabra de la que no se esté seguro, ni dar una sola información de la que no se tenga plena certeza.
6) Hay que trabajar con los archivos siempre a mano, verificando cada dato y estableciendo con claridad el sentido de cada palabra que se escribe.
7) Hay que evitar el riesgo de servir como vehículo de los intereses de grupos públicos o privados. Un periodista que publica todos los boletines de prensa que le dan, sin verificarlos, debería cambiar de profesión y dedicarse a ser mensajero.
8). Hay que usar siempre un lenguaje claro, conciso y transparente. Por lo general, lo que se dice en diez palabras siempre se puede decir en nueve, o en siete.
9) Encontrar el eje y la cabeza de una noticia no es tarea fácil. Tampoco lo es narrar una noticia. Nunca hay que ponerse a narrar si no se está seguro de que se puede hacer con claridad, eficacia, y pensando en el interés de lector más que en el lucimiento propio.
10) Recordar siempre que el periodismo es, ante todo, un acto de servicio. Es ponerse en el lugar del otro, comprender lo otro. Y, a veces, ser otro.


Feliz día del periodista.

domingo, 1 de junio de 2008

Yo prefiero siempre un poco de caos...


El viernes, fui al cine con las tpteas Na, Geor y Pau, fuimos a ver los Crímenes de Oxford, en un cine de Lavalle. Algo que dijeron en la película me puso a pensar. Decía el protagonista, que nada es verdad, sólo las matemáticas, y por eso a él le gustaban.


En ese momento pensé “a mi no me gustan las matemáticas”, es más las odio. Será por eso que las odio entonces, porque 2+2=4, y no importa cómo lo mires, siempre va a ser igual, siempre la misma respuesta, no hay otras posibilidades.


Soy como esa canción de Fito, que reza: “Cuando vos decidís elegir la razón, yo prefiero siempre un poco de caos”. Si, estructuro muchas cosas, pero a la vez prefiero ser espontánea, no saber que hacer, sólo ir con la corriente. Además, que triste, saber todo lo que va a pasar, las respuestas a todos los problemas. Una vida tan fácil, y a la vez tan aburrida.


Todo nos pasaría, sin importancia, sin gracia, sin dolor, sin sabor. Nada nos llenaría el alma, y hay que recordar, que sin lo malo, no se puede ver lo bueno que la vida nos da.
Ni el destino nos puede parar. Cada uno, dueño de su propia vida, para hacer lo que queramos con ella, simplemente… vivirla.